Con la llegada del verano se incrementan las horas que pasamos expuestos al sol: salimos más a pasear, tomamos algo en una terraza, vamos a la piscina, a la playa, a la montaña… En definitiva, disfrutamos más del aire libre, y en ocasiones no somos conscientes de que si bien el sol nos aporta muchos beneficios, también puede ser muy nocivo para nuestra salud, especialmente para la de nuestra piel.
Los especialistas de nuestra clínica de Dermatología Estética de Parla han elaborado una guía de cuidados básicos y fáciles de llevar a cabo para mantener sana y radiante nuestra piel durante el verano, y prevenir así los peligros que conlleva la exposición solar.
Limpia todo tu cuerpo, prestando especial atención a tu cara, preferiblemente con productos naturales y sin perfumes, que respeten el ph de la piel. Las pastillas de jabón natural con diferentes aceites esenciales son una muy buena opción, y actualmente existe una gran variedad en el mercado en función del tipo de piel de cada persona.
Exfoliar la piel una vez a la semana ayuda a reparar el daño que haya podido ocasionar el sol, y otros agentes externos como el viento, en la piel, la exfoliación elimina las células de piel muerta, activa la circulación sanguínea y favorece una mejor oxigenación de la epidermis, ayudando así a prevenir el envejecimiento prematuro. La arena de la playa es un excelente exfoliante natural, además está cargada de sales minerales que nutren la piel, por lo que no dudes en disfrutar al máximo de ella.
Una piel bien hidratada es una piel sana. Lo primero que se debe tener en cuenta para mantener la piel hidratada en verano es la necesidad de aumentar el consumo de agua, vital para nuestro organismo en general, y para nuestra epidermis en particular. Además de beber más agua, debes utilizar una crema hidratante a diario en todo tu cuerpo, y especialmente en tu cara, cuello, orejas (¡las grandes olvidadas!) y escote, con una base natural de productos como el aloe vera, el aceite de almendras, de argán, de rosa mosqueta…
Siempre que salgas de casa es primordial que apliques alguna loción de protección solar en la piel y en los labios. No te olvides del dorso de la manos, del empeine, de las orejas y de la nuca. Se recomienda un factor de protección solar 30 (FPS 30) como mínimo, si bien hay que adecuarlo a cada tipo de piel en particular. La manera correcta de aplicar la crema protectora es hacerlo una media hora antes de que se vaya a producir la exposición al sol, con el fin de dar margen a la piel para absorberla. Además, hay que renovarla cada dos, tres hora máximo. Utiliza también gafas de sol homologadas y sombreros protectores, y evita las horas centrales del día, en las que la intensidad e incidencia del sol es mayor.
El dicho cotidiano «somos lo que comemos» no puede ser más cierto, los alimentos y bebidas que consumimos afectan a la salud de nuestro cuerpo, y por ende, a la de nuestra piel. En verano se debe aumentar el consumo de frutas, verduras, hortalizas y alimentos ricos en vitaminas antioxidantes (como los frutos secos, con moderación). Disfruta de zumos y batidos naturales, ensaladas frescas, cremas de verduras templadas… que además ¡apetecen más!
Utiliza prendas anchas, cómodas y de fibras naturales, que transpiren bien y no produzcan rozaduras ni irritaciones en la piel.
Un buen descanso es una gran terapia para nuestra piel. Aprovecha tu período vacacional para dormir más horas, es el momento en el que la piel se regenera y las células epidérmicas recuperan su elasticidad.
Puedes ampliar información al respecto en nuestros artículos: «Rejuvenecimiento facial sin cirugía: múltiples opciones para lucir una piel tersa y luminosa» y «Mesoterapia corporal: medicina estética eficaz sin cirugía«.