La hiperqueratosis, nombre que recibe la afección comúnmente conocida como «durezas en los pies«, tiene lugar cuando se produce un engrosamiento de la piel debido a un incremento de células cutáneas en zonas concretas del pie. Los síntomas son muy visibles, la piel se vuelve más seca, más gruesa, con aspecto escamoso y con un color amarillento, debido a la concentración y la «queratinización» de las células de la epidermis.
Las causas más habituales de las durezas en los pies son la presión y la fricción o el roce mantenidos de forma constante o intermitente sobre un área del pie, llegando a producir un desplazamiento de las capas externas de la piel. En realidad, son un mecanismo de defensa que tiene la piel para luchar contra esas presiones o fricciones que se producen con cierta continuidad, para protegerse de la irritación que ocasionan.
A menudo, las durezas de los pies encuentran su causa directa en el tipo de calzado escogido, si este es estrecho, rígido, poco anatómico, fabricado con materiales poco transpirables, con excesivo tacón… Todo ello puede dar lugar a las consabidas rozaduras en talones y dedos principalmente, e incluso degenerar en patologías más graves (callos, juanetes…).
Otra de las causas de las durezas en los pies está relacionada con el tipo de pisada: si nuestra pisada no es neutra, sino que ejercemos más presión sobre el pie en la parte externa (pisada prona) o en la parte interna, bajo el arco (pisada supina), se pueden generar durezas en zonas de la planta del pie, especialmente si practicamos deportes de impacto con regularidad como correr o jugar al tenis.
Los agentes externos también pueden provocar la aparición de durezas en los pies, principalmente cuando con la llegada del buen tiempo los destapamos y los exponemos asiduamente al sol y al viento, y no los hidratamos suficientemente. También se puede dar la situación en la que se transite con frecuencia un camino que daña nuestros pies, por tratarse de un tipo de suelo que al impactar sobre los pies los erosiona de forma continua.
Por último, las durezas pueden ser originadas por deformidades en los dedos de los pies, como los dedos martillo, ya que en estos casos la presión de los huesos sobre la piel puede ser la causa de las durezas.
Cuando detectemos durezas en nuestros pies lo más recomendable siempre es acudir al podólogo cuanto antes, ya que no se trata sólo de eliminarlas, sino de corregir la causa que las ocasiona, de lo contrario volverán a aparecer. Además, pueden ocultar una afección difícil de detectar a simple vista y/o pueden degenerar en patologías más graves del pie si no se tratan adecuadamente.
Nuestro podólogo de Parla llevará a cabo un estudio completo de las durezas de tus pies (ubicación específica, grosor, sintomatología…), realizando las pruebas diagnósticas que sean necesarias (radiografías, estudio de la pisada…), con el fin de detectar su origen y otorgar el tratamiento más idóneo tanto para su eliminación, como para corregir la causa que ha generado el problema y evitar su reaparición.
La prevención es sin duda la mejor manera de evitar no solo las durezas en los pies, sino también el desarrollo de múltiples patologías, nuestro podólogo de Parla nos da una serie de sencillas recomendaciones para mantener en buen estado nuestros pies y evitar problemas mayores.
Puedes ampliar información sobre los tratamientos de podología en nuestros artículos: «¿Cuándo debo acudir al Podólogo?» y «Quiropodia, el cuidado que necesitan tus pies«.